La película que asombró a todo un mundo. La película que revolucionó los efectos especiales. La película que inspiró a mil imitaciones, parodias y copias en la acción, los trajes o la actitud. La película que tuvo dos cagarros como secuelas.
Señores, hablamos de Matrix, la buena. En su día fue un shock por las grandes escenas de pelea que tenía, perfectamente coreografiadas y adornadas con unos efectos especiales punteros para la época. Keanu Reeves interpreta al personaje protagonista, Neo, que es un anagrama de One, uno, y que sólo sabe hacer una cara. A su lado tenemos a su amor Trinity (Carrie-Anne Moss) y a su mentor Morfeo (Laurence Fishburne), con el que Reeves tiene más química que con la propia Trinity. La verdad, la actuación de esos tres ni me viene ni me va, sólo ponen esa misma cara de concentración detrás de sus gafas de Sol molonas.. Por otro lado, Hugo Weaving interpreta al Agente Smith, un villano tan molón que en la segunda entrega lo copiaron unas cuantas veces en vez de inventarse uno nuevo. Él sí que sabe.
Y por si la acción y los efectos especiales no fueran suficientes para el público más duro, la película nos presenta una serie de preguntas existenciales al más puro estilo Nolan: realmente lo que estamos viviendo es real? Es un sueño? Alguien nos está controlando? Hay más dimensiones? Por suerte, en esta película no lo ponen muy complicado, a diferencia del final de la segunda cuando sale el Arquitecto y lo envia todo al carajo. Referencias bíblicas por aquí, Terminator por allá, y tenemos una película buena de cojones que nos entretendrá un par de horas.
Si a estas alturas aún no la has visto, desconéctate de Matrix de una vez o vendré disfrazado de Agente Smith a darte de palos. Muy recomendable, vamos.
Nota: 8/10
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