viernes, 10 de abril de 2015

Crítica Star Trek: The New Generation


Después de la mítica serie original Star Trek, con Kirk, Spock y compañía, la franquícia no encontraba la fórmula adecuada para hacer una buena secuela: estar en el mismo universo de la primera serie pero valiéndose de sí misma. Por suerte, todo cambio con La Nueva Generación.

Aunque las aventuras que hacen frente y la calidad de la historia no llega a la altura de su predecesora, pese a ser ser muy buenas igualmente, LNG tiene ciertos personajes que no tienen nada a envidiar a la serie original: Picard es considerado un mejor capitán que Kirk (muy en parte gracias a la interpretación de Patrick Steward) y, aunque Spock siempre tendrá un rinconcito en el corazón de todo geek, Data es más carismático. Si además sumas al reparto otros secundarios como Riker y La Forge que daban mucho juego en contraste con el capitán y su seriedad, teníamos un grupo de protagonistas muy variados y que se complementaban perfectamente entre ellos.


Respecto a los efectos especiales (que cobran mucha importancia al tratarse de ciencia-ficción), es una serie muy divertida de ver. En su primera temporada, allá por el 1987, sus efectos visuales daban más bien pena, a años luz de lo visto en la Guerra de las Galaxias 10 años antes. Sin embargo, ya por el final de la serie, en 1994, realmente puedes ver una gran mejoría en el apartado técnico, sobretodo durante el conflicto con los Borg.

Hablando de los Borg, LNG tuvo villanos memorables, como los mencionados Borg, Q (un personaje omnipotente que amabas y odiabas a la vez) y un largo etcétera. Además, para rellenar episodios, igual de entretenidos eran los conflictos diplomáticos, las idas de olla en las salas de hologramas o Data intentando tener una hija. En todas las historias, LNG era capaz de combinar muy acertadamente el drama con la aventura y el humor, seleccionando cuidadosamente el momento para cada parte.


La serie también tenía sus líos amorosos para darle humanidad a los protagonistas, entre Picard y la doctora Crusher o Riker y Deanna, pero en ningún momento tenías la sensación de que esas relaciones estaban por encima de la historia ni se hacían pesadas y tediosas, muy diferente al estilo actual donde estos momentos acostumbran a comerse la pantalla atropellando al resto.

El único pero que le podría poner a la serie es que sufría del 'efecto Scooby Doo', el 90% de capítulos tenían la estructura siguiente: se presenta un problema, sufren con él pero eventualmente uno de los protagonistas lo podrá resolver. Este efecto se llama Scooby Doo porque la serie animada es el mejor ejemplo de este tipo, pero también se lo podríamos colgar a House, por ejemplo. Lo que quiero decir es que, en líneas generales, la estructura de la serie era muy básica, normalmente no habían demasiadas subtramas y LNG podría considerarse casi como una serie episódica, pero eso no necesariamente tiene que ser algo malo.



En definitiva, uno de mis grandes recuerdos de mi niñez que no hace mucho volví a ver las 7 temporadas enteras y alguna película que sacaron posteriormente, y que seguramente tendrán alguna crítica en el blog. 

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